Archivado en: Cuaderno de lecturas, TBO
(publicado originalmente en La linterna mágica)
El pasado diecisiete de marzo se cumplió un siglo de la aparición del primer número del TBO y el centenario me ha hecho evocar los orígenes de mi amor al cómic. La efeméride me ha cogido leyendo El Incal, las aventuras del detective John Difool con guión de Alejandro Jodorowsky y dibujos de Moebius. Siendo esta historieta -considerada la obra maestra del cómic de ciencia ficción y una de los más vendidas de los últimos cuarenta años- tan alucinada como suelen serlo todos los argumentos de Jodorowsky y tan abigarrada como es costumbre en las ilustraciones de Moebius, aquellas viñetas del TBO, comparadas con estas que me ocupan actualmente, se me han antojado ingenuas. Tan ingenuas y entrañables como resultan ser, con el correr del tiempo, los primeros pasos en cuanto nos es querido. Porque lo cierto es que ahora, que mi experiencia como lector de cómics cincuentón me ha llevado a las space opera de los Humanoides Asociados -la agrupación de historietistas surgida en torno a El Incal- las páginas del TBO se me antojan revestidas por esa magia del átomo que sintetiza toda la grandeza del universo.
Publicado el 30 de abril de 2017 a las 16:00.